LA PATAGONIA EN LLAMAS (01/11/1920)

El 1º de noviembre de 1920 los trabajadores rurales de la Patagonia inician una huelga en demanda de mejores condiciones de trabajo y del cumplimiento de los compromisos asumidos por los estancieros y empresarios vinculados al sector.

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Fue un movimiento que se dio en el marco de una lucha por el poder, que enfrentaba a la Sociedad Obrera de Río Gallegos, filial de la FORA, orientada hacia la anarquía y la FORA (sindicalista), de clara adhesión al “yrigoyenismo” y así comenzó uno de los más tristes episodios de nuestra Historia, que sembró de terror y sangre en el territorio sureño de nuestra Patria.

Fue reprimido en forma sangrienta por el gobierno nacional y dejó un saldo de cerca de 1.500 obreros muertos

Pero hagamos un poco de Historia: La Federación Obrera Regional Argentina (FORA) fue una Federación obrera fundada el 25 de mayo de 1901. Originalmente se llamó Federación Obrera Argentina, pero a partir de su Cuarto Congreso, realizado en agosto de 1904, paso a llamarse “Federación Obrera Regional Argentina.

A partir de su Quinto Congreso (1905), se adhirió a los principios económicos y filosóficos del comunismo anárquico y en 1915 durante su IX Congreso, renegó de ellos, por lo que varios sindicatos anarquistas renunciaron, provocando una escisión que derivó en la existencia de dos Centrales: la FORA que seguía siendo anarquista (FORA del V Congreso) y la FORA donde se nuclearon mayoritariamente sindicalistas y minoritariamente socialistas y comunistas (FORA del IX Congreso).

En 1922, esta última se autodisolvió para formar la “Unión Sindical Argentina (USA) y la FORA anarquista fue perdiendo presencia e influencia y hacia la década de 1960 desapareció definitivamente.

Pero volvamos al año 1921, cuando ambas tuvieron una destacada y fundamental actuación en los hechos que pasaremos a relatar, exponiéndolos en orden cronológico).

A principios del siglo XX el territorio de Santa Cruz, era un centro de producción de lana, especialmente destinada a la exportación y sede de grandes latifundios y frigoríficos, mayormente en propiedad de los ingleses.

Estaba poblado por alrededor de 18.000 habitantes, muchos de ellos inmigrantes y la mayoría trabajaba en las grandes estancias que monopolizaban la producción y el comercio de lanas, actividad que alcanzó records de ventas entre 1916 y 1918.

Pero en 1920, los precios internacionales cayeron provocando la retracción de las ventas y la acumulación de los stocks de lana que, habiendo finalizado la Primera Guerra Mundial, no se podían colocar, lo que provocó una crisis regional que afectó fundamentalmente a las empresas radicadas en la Patagonia, pero repercutió aun más sobre los trabajadores laneros y los peones rurales, que vivían en condiciones miserables y ante la falta de respuestas de la patronal , comenzó lo que fue el primer capítulo de este sangriento episodio:

Los empresarios, dejaron de atender muchas de las necesidades y derechos básicos de los obreros y sus condiciones de vida, ya muy duras, empeoraron.

La jornada normal de los obreros de ese entonces era de 12 horas, la de los esquiladores y los arrieros rondaba las 16 horas; los salarios eran ínfimos, y frecuentemente eran pagados en bonos o en moneda extranjera que al cambiarla en los comercios era tomada por un valor menor.

A esto se sumaba que el único día de descanso laboral era el domingo. La FORA (Federación Obrera Regional Argentina) que había organizado en Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, la “Sociedad Obrera de Santa Cruz” a cuyo frente estaba el anarquista español ANTONIO SOTO, asumió la defensa de estas reivindicaciones y apoyó a los trabajadores en sus reclamos.

En setiembre de 1920, cansados de soportar esta situación de injusticia y maltrato patronal, frente al local de la Sociedad Obrera de Río Gallegos, se concentró una numerosa cantidad de obreros y trabajadores rurales para protestar contra las arbitrariedades de la autoridad policial y la detención de los dirigentes de la Sociedad Obrera.

Ante esta situación, acudieron al lugar, delegados de toda la provincia, que discutieron las medidas a exigir a la Sociedad Rural y los obreros, congregados en la Sociedad Obrera de Río Gallegos presentaron a la patronal un pliego de reivindicaciones exigiendo un mejoramiento de las condiciones laborales.

Entre otras demandas, los obreros exigían que en recintos de 16 m² no durmieran más de tres hombres; que se entregara un paquete de velas por persona por mes; que se ofreciera una comida compuesta por tres platos, incluyendo la sopa y el postre; que hubiera un botiquín de primeros auxilios en cada estancia; que no se trabajase los sábados; que se garantizara un sueldo mínimo mensual de 100 pesos y el reconocimiento de la Sociedad Obrera de Río Gallegos, como el único representante legítimo de los trabajadores, aceptando el nombramiento de un delegado como intermediario entre las partes en conflicto.

Este pliego fue rechazado por la organización que nucleaba a los estancieros (la Sociedad Rural) y la respuesta de los trabajadores fue declarar la huelga general en toda Santa Cruz que estalló el 1º de noviembre de 1920.

El 3 de noviembre, algunos exaltados intentaron  asesinar al dirigente ANTONIO SOTO, pero éste logró escapar, hecho que lejos de calmar los ánimos, los exacerbó.

El 18 de noviembre, los trabajadores realizan una Asamblea y de allí sale una nueva propuesta que será aceptada, pero sólo por un pequeño grupo de estancieros, situación que desemboca el 2 de diciembre en la declaración de una huelga general, esta vez involucrando a Puerto Deseado y Puerto San Julián, cuyos líderes sindicales, todos anarquistas, lograron que se plieguen los ferroviarios y los empleados de “La Anónima”, un gigantesco emporio comercial con presencia en toda la Patagonia.

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Entre tanto, seguían produciéndose esporádicos enfrentamientos con la policía, que el 17 de diciembre, durante uno de ellos, cae muerto el activista DOMINGO F. OLMEDO.

Los huelguistas continúan tomando como rehenes a policías, estancieros y al personal administrativo de los establecimientos rurales, incautando las armas y los alimentos para el sustento de las columnas movilizadas, mientras que los dueños de las estancias viajaban a Buenos Aires para pedir al gobierno que tome cartas en el asunto y le diera una solución definitiva a esta situación.

Pero en los meses siguientes, la situación empeoró y se produjeron nuevos roces entre los trabajadores y la patronal. El 30 de diciembre de 1920, la Sociedad Obrera, en una Asamblea en la que se discutían los pasos a seguir, radicaliza su posición al prevalecer la tendencia de la FORA (del V Congreso anarquista), sobre la de la FORA (del IX Congreso sindicalista) y renueva su adhesión a la FORA anarquista, por lo que ANTONIO SOTO CANALEJO, uno de sus dirigentes más destacados, viaja clandestinamente a Buenos Aires buscando apoyo y solidaridad en el Congreso de la FORA sindicalista que se realizaba en esos días.

Hasta ese momento no habían ocurrido hechos de violencia graves, con excepción de los protagonizados por una banda anarquista liderada por ALFREDO FONTE alias «El Toscano», que asaltaba estancias, amedrentando a las peonadas para que se unieran al movimiento, salvajadas que tuvieron su máxima expresión el 2 de enero de 1921, cuando con su socios “el Toscano” y el “68”, asaltaron y mataron a los propietarios de la estancia “El Campamento”.

La ola de violencia llegó hasta la región del Lago Argentino, donde, los obreros se organizaron en columnas y marcharon por las estancias levantando a la peonada, movilizándose de un lugar a otro, para evitar las represalias policiales.

Habiendo logrado su objetivo, decidieron marchar hacia Río Gallegos y el 4 de enero, al llegar al paraje denominado El Cerrito, la policía los atacó con armas de fuego.

Como resultado del combate, hubo varios policías y obreros muertos y heridos y este hecho que fue manipulado por los periódicos que respondían a la Sociedad Rural, al gobernador EDELMIRO CORREA FALCÓN y a la Liga Patriótica Argentina, para pintar un cuadro de situación en el que la provincia entera había caído en manos del bandolerismo y los anarquistas, procurando involucrar al gobierno nacional que presidía el doctor HIPÓLTO YRIGOYEN en la represión de este movimiento obrero.

El 21 de enero de 1821, los obreros toman la estancia “La Anita”, tomando de rehenes a sus dueños y al comisario MICHERI y luego toman la estancia “La Primavera”.

Para negociar en el conflicto, el Poder Ejecutivo dispone el envío de un cuerpo de caballería del ejército comandado por el teniente coronel HÉCTOR BENIGNO VARELA, quien llega el 23 de enero al puerto de Santa Cruz y de inmediato se traslada a Río Gallegos.

El 29 de enero, para reemplazar al Gobernador CORREA FALCÓN, que se había mostrado incapaz de controlar la violencia desatada en la Patagonia, llega el capitán ÁNGEL IGNACIO YZA, un militar de extracción yrigoyenista, cuya política será conciliadora, buscando arreglos pacíficos entre las partes.

El 31 de marzo, llegado VARELA a Río Gallegos, se reúne con el Gobernador YZA y allí, dando muestras de comprensión hacia las demandas de los trabajadores, propone un laudo para superar la situación y acuerdan no recurrir a la represión, decisiones que escandalizan a los grandes propietarios de las empresas y a la Liga Patriótica de Manuel Carlés, quienes acusan de blandura al gobierno radical.

El 15 de febrero YZA y VARELA se entrevistan con los huelguistas en la estancia “El Tero” y allí acuerdan condiciones que incluyen deponer las armas y liberar a los rehenes.

A cambio se reconocían gran parte de las demandas de los trabajadores, aceptándose el mismo Convenio que los patrones habían propuesto a los obreros el 30 de enero. Este laudo, que será homologado por el Departamento de Trabajo de la Nación el 22 de febrero de 1921, es aceptado por las partes y el conflicto llega a un principio de solución.

Al día siguiente se levanta la huelga y mientras se vivía un clima de triunfo en la Sociedad Obrera, «El Toscano» y su banda no aceptaron la mediación y se ocultaron en el interior de la provincia, llevándose consigo gran parte de las armas, para impedir que las requisaran.

Luego del acuerdo con el gobernador YZA, en mayo de 1921, las tropas de VARELA retornan a Buenos Aires y aquí habría terminado todo, si la patronal hubiera cumplido con su compromiso y los dirigentes sindicales, hubieran seguido el camino del diálogo para superar sus diferencias.

Segunda etapa de la tragedia
La crisis económica continuaba y el convenio no fue respetado. Comienza entonces una serie de represalias contra los participantes de las huelgas y los estancieros despiden a cientos de obreros sin pagarles ni siquiera los sueldos adeudados desde marzo por lo que los obreros deciden realizar una segunda huelga.

Diversos hechos que se producen luego, nuevamente generan un estado de convulsión en la región, lo que impide llegar a una solución que satisfaga a todas las partes en pugna, ya que intereses empresarios, políticos y sindicales se aferran a su postura, apelando cada uno a medios que hacen imposible un acuerdo.

La Sociedad Rural de Río Gallegos comenzó a mover sus influencias en Buenos Aires y propició una campaña en los periódicos La Prensa, La Nación y La Razón para denunciar “el peligro anarquista, el bandolerismo y la posibilidad de que el gobierno chileno, intentase apoderarse de la región de Santa Cruz, propiciando paralelamente la inmigración de trabajadores «libres», es decir, rompehuelgas traídos desde otras regiones.

Los telegrafistas del Correo de Río Gallegos, a principios de mayo de 1921,  se solidarizan con los trabajadores rurales de la Patagonia, en huelga y durante una Asamblea realizada en el cine “Select” de Río Gallegos, cambian su Comisión Directiva y se declaran adherentes de la FORA V Congreso anarquista.

El sindicalista ROGELIO LORENZO, dirigente de la FORA (sindicalista del IX Congreso) y afiliados a su «Sindicato autónomo de chauffeurs”, el 10 de mayo de 1921, ocuparon la sede de la Sociedad Obrera, pero un grupo de gremialistas encabezados por ANTONIO SOTO los expulsó violentamente del local y el grupo de estancieros, comerciantes y capitalistas patagónicos nucleados en la Sociedad Rural, apoyados por la Liga Patriótica Argentina y algunos funcionarios policiales, abrió la ofensiva contra los otros grupos de intereses que se le enfrentaban (los obreros de la Sociedad Obrera y los radicales yrigoyenistas liderados por JOSÉ MARÍA BORRERO y el Juez ISMAEL VIÑAS, formalmente nucleados alrededor de la figura del gobernador YZA).

El 11 de mayo de 1921, el sindicato de ANTONIO SOTO (FORA anarquista), rechaza la campaña que los estancieros realizan por medio del periódico “La Verdad” dirigido por el doctor JOSÉ MARÍA BORRERO y denuncia los contratos leoninos que el frigorífico norteamericano Swift hacía firmar a los obreros del gremio de la carne.

Pero no logra revertir la situación y el conflicto finalizó con el triunfo del frigorífico, ayudado indirectamente por SANTIAGO LÁZARO y ROGELIO LORENZO, sindicalistas de la FORA (socialistas del IX Congreso), enviados desde Buenos Aires y enfrentados con ANTONIO SOTO por su filiación anarquista afín a la FORA del V Congreso Anarquista.

En las estancias y en los puertos de Santa Cruz, nuevamente comenzaron a actuar las fuerzas policiales con refuerzos parapoliciales integrados por miembros de la “Liga Patriótica” del dirigente nacionalista MANUEL CARLÉS.

La Sociedad Rural de Río Gallegos comenzó a mover sus influencias en Buenos Aires, y propició una campaña en los periódicos La Prensa, La Nación y La Razón para denunciar “el peligro anarquista, el bandolerismo y la posibilidad de que el gobierno chileno, intentase apoderarse de la región de Santa Cruz, propiciando paralelamente la inmigración de trabajadores «libres», es decir, rompehuelgas traídos desde otras regiones.

El 12 de mayo de 1921, una multitud acompaña el entierro de los restos del obrero ZACARÍAS GRACIÁN, víctima de una nueva represión desatada por el Gobierno provincial y el espectáculo de esa inmensa masa doliente, es la chispa que encenderá una ola de violencia hasta entonces desconocida en la República Argentina.

El 15 de mayo de 1921, la FORA (anarquistas del IX Congreso), desde su vocero, el periódico “La Organización Obrera”, ataca a la Sociedad Obrera de Río Gallegos de carácter anarcosindicalista, logrando que varios gremios se separaran (el primero fueron los trabajadores gráficos y a continuación los choferes y mecánicos).

Así, el sector obrero quedó claramente dividido, acercándose el grupo de la FORA (socialistas del IX Congreso) al grupo oficialista de los yrigoyenistas BORRERO e YZA. La FORA anarquista responde mediante un intenso “volanteo”, donde denuncia el contubernio de la Sociedad Obrera (FORA sindicalista con el Gobierno).

Si bien los dirigentes de la FORA anarquista, que habían sido enviados desde Buenos Aires habían sido estrepitosamente derrotados en una Asamblea, la Sociedad Obrera, demostrando una nula capacidad de movilización, comenzó a dar algunas muestras de debilidad y a pesar de haber logrado unos triunfos parciales en boicots contra algunos comerciantes acaudalados, el gobernador YZA dejó de tenerlos como interlocutores válidos, reconociendo solamente a los de la FORA sindicalista.

En junio de 1921, el grupo de estancieros, comerciantes y capitalistas patagónicos nucleados en la Sociedad Rural (y apoyados por la Liga Patriótica y algunos funcionarios policiales, abrieron una violenta ofensiva contra los otros grupos de intereses que se le enfrentaban: los obreros de la Sociedad Obrera por una parte y los radicales yrigoyenistas liderados por JOSÉ MARÍA BORRERO y el Juez ISMAEL VIÑAS, formalmente nucleados alrededor de la figura del gobernador YZA por la otra.

El 29 de agosto de 1921, llega a Río Gallegos a bordo del vapor El Asturiano, un grupo de trabajadores reclutados en el interior del país acompañados por el dirigente obrero, cocinero de profesión, ROGELIO LORENZO, integrante de la FORA sindicalista, quien intenta conformar un gremio autónomo de trabajadores rurales en el interior de la provincia, en especial en la zona de Lago Argentino, inundando con volantes la región.

Por su parte, en setiembre de ese año, ANTONIO SOTO viaja por toda la provincia de Santa Cruz, esclareciendo a los trabajadores rurales, arrieros, esquiladores, etc. sobre la naturaleza del conflicto y el incumplimiento del acuerdo firmado con YZA por parte de la patronal, haciendo fracasar la maniobra de Lorenzo.

La Asamblea organizada por la FORA sindicalista el 2 de octubre, para acercar las partes será un completo fiasco y durante todo el mes de octubre, la situación llega a un punto de “no retorno”, que parece no tener solución. Uno de los puntos conflictivos fue la actuación del grupo conocido como “el Consejo Rojo”, capitaneado por ALFREDO FONTE alias «el Toscano», que comenzó a perpetrar asaltos, saqueos y toma de rehenes en las estancias de la provincia.

El 8 de octubre, «El Toscano» fue capturado por el comisario VERA, paradójicamente, denunciado por los mismos obreros que lo seguían y SOTO partió en campaña. Recorrió los parajes de Barranca Blanca, El Tero, Mac Cormack, Tapi Aike, Fuentes del Coyle, Cancha Carrera, Primavera, San José, Laurita, Rospentek, Punta Alta, Glen Cross, Rincón de los Morros, Douglas, Bella Vista, Buitreras, Paso del Medio, Clark, etc. y si bien logró una adhesión aplastante entre los obreros rurales, la Sociedad Obrera había quedado sin apoyos externos.

El juez VIÑAS afrontaba un juicio político en Buenos Aires, JOSÉ MARÍA BORRERO estaba recluido y silencioso, los abogados COROMINAS, CABRAL y BEHERÁN tampoco aparecían a dar su apoyo y el gobernador radical YZA prefería a la FORA sindicalista como interlocutor.

Además la Sociedad Obrera, había perdido fuerza en los puertos, que respondían a la FORA sindicalista: En Puerto Deseado, los ferroviarios, y en Puerto San Julián y Puerto Santa Cruz, los obreros estibadores y de playa, no apoyaron la huelga.

El único apoyo que obtuvo fue el de algunos anarquistas como RAMÓN OUTERELLO, con excepción de Puerto San Julián, donde el dirigente era el socialista ALBINO ARGÜELLES, mientras que con el único apoyo con que contaba en la costa, provenía de Río Gallegos.

A mediados de octubre FONTE se entrevistó con ANTONIO SOTO para exponerle su plan, que consistía en promover una huelga general, asaltar las estancias y tomar rehenes, de forma sorpresiva y violenta. Soto se opuso, sosteniendo que había que hacer huelga o boicot solamente a aquellos estancieros que no hubieran cumplido con el “pliego de condiciones” y asegurando que recurrir a la violencia, era darle argumentos a la Sociedad Rural. No habiendo llegado a un acuerdo, ambos dirigentes rompieron relaciones por completo.

El 24 de octubre allanaron y clausuraron los locales de la Federación Obrera de Río Gallegos, Puerto Deseado, San Julián, Puerto Santa Cruz y se arrestaron a los dirigentes obreros. ANTONIO PARIS, Secretario General de la Federación Obrera es detenido y torturado por la policía; luego será deportado junto con otros dirigentes obreros.

El 25 de octubre, se declara la huelga general en Santa Cruz y ANTONIO SOTO, que estaba en la estancia Bella Vista, enarboló la bandera roja y negra del anarquismo, y comenzó a impulsar la huelga y toma de estancias y a comienzos de noviembre, ya había levantado a los trabajadores de las estancias Buitreras, Alquinta, Rincón de los Morros, Glencross, La Esperanza y Bella Vista.

Al día siguiente, el 26 de octubre, la policía inicia una apresurada ofensiva y detiene a los dirigentes que Soto envía a Río Gallegos: MOGILNITZKY, SAMBUCETTI y SEVERINO FERNÁNDEZ son torturados y deportados en el vapor “Vicente Fidel López”, mientras que son detenidos y apaleados JOSÉ GRAÑA, DOMINGO OYOLA, RESTITUTO ÁLVAREZ y el dueño del bar donde se encontraban reunidos, MARTÍN TADICH.

La ola de detenciones de dirigentes en las ciudades costeras aisló al movimiento huelguístico, que siguió creciendo. RAMÓN OUTERELLO logró evadirse de las autoridades en Puerto Santa Cruz, iniciando un accionar más agresivo que ANTONIO SOTO, que no quería enfrentarse con el Ejército y el gobierno.

OUTERELLO comienza entonces a organizar grandes columnas de obreros y a tomar estancias, dirigiéndose a los puertos, para romper el aislamiento. En la estancia alemana “Bremen”, en Laguna Cifre, los huelguistas son atacados por los estancieros, con el resultado de dos obreros muertos y varios heridos.

El 29 de octubre, el Presidente de la Nación HIPÓLITO YRIGOYEN, ante el violento cariz que había tomado la situación, dispuso el envío de tropas del Regimiento 10° de Caballería, dividiéndola en 2 cuerpos. El principal era comandado por el jefe de la expedición, el ya mencionado teniente coronel HÉCTOR BENIGNO VARELA y el segundo cuerpo era comandado por el capitán ELBIO ANAYA.

El 4 de noviembre de 1921 partieron desde Buenos Aires en el transporte “Guardia Nacional” y el 10 de ese mes arribaron a Río Gallegos. Allí VARELA fue informado por los miembros de la Sociedad Rural, las autoridades policiales y el gobierno local que «…todo el orden se halla subvertido, que no existía la garantía individual, del domicilio, de la vida y de las haciendas que nuestra Constitución garante; que hombres levantados en armas contra la Patria amenazaban la estabilidad de las autoridades y abiertamente contra el Gobierno Nacional, destruyendo, incendiando, requisando caballos, víveres y toda clase de elementos».

VARELA contaba con una tropa de 200 hombres bien pertrechados, mientras que los huelguistas, que rondaban los dos millares, aunque bien organizados sindicalmente, no tenían ninguna preparación militar, carecían de armas y no querían combatir contra los soldados y policías, pero continuaban con sus ruidosas y a veces violentas protestas.

La policía comenzó a detener y a deportar a los dirigentes obreros. El coronel VARELA prohibió la actividad sindical y ordenó la rendición incondicional de los obreros. Entonces se inició una cacería de los huelguistas, que no presentaban batalla y fueron fusilados y enterrados en fosas comunes.

Si bien se discuten las razones que lo llevaron a hacerlo, por órdenes del Gobierno Nacional o guiado por su propio criterio, lo cierto es que Varela impuso la «pena de fusilamiento» contra los peones y obreros en huelga. Contra lo que posteriormente argumentarán, los autores de los fusilamientos para justificar su accionar, el gobierno chileno colaboró con las fuerzas argentinas cerrando la frontera para impedir el paso de los huelguistas y permitiendo a las tropas argentinas incursionar en territorio chileno para continuar su persecución.

El 11 de noviembre, VARELA con el teniente primero SCHWEIZER y 12 soldados, partieron en dirección a “El Cifre”, en el “paso Ibañez” y allí  VARELA ordenó el primer fusilamiento (cuando aún no había publicado su bando decretando la pena de muerte para los revoltosos) y el prisionero chileno TRIVIÑO CÁRCAMO fue ejecutado.

VARELA retornó luego a Río Gallegos y el 12 de noviembre el capitán VIÑAS IBARRA con el subteniente FRUGONI MIRANDA y 50 soldados de tropa partieron en dirección a “Pari-Aike”, “Fuentes del Coyle”, “Primavera”, “Punta Alta”, “Cancha Carrera” y “Cordillera de los Baguales”, en persecución de huelguistas que huían.

El 14 de noviembre, en las cercanías de Punta Alta atacaron a un centenar de huelguistas escasamente armados con armas de fuego y portando solamente cuchillo. Cinco de ellos son muertos y 80 fueron tomados prisioneros, de los que habría fusilado a la mitad aproximadamente.

El 20 de noviembre de 1921, OUTERELLO y su columna de 400 huelguistas se dirigieron a “Paso Ibáñez”, que en esa época contaba con unos 800 habitantes, y ocupan el poblado. Llevaban consigo a numerosos policías, estancieros y administradores de estancia como rehenes, a los que alojaron en el cine local.

Luego de resistir con éxito a las tropas de la marina que los atacaron, OUTERELLO solicitó parlamentar con VARELA, que arribó el 23 de noviembre para reunirse con él. Los huelguistas demandaron la libertad de los compañeros presos y de los deportados, y el cumplimiento del pliego de condiciones que la patronal había firmado.

VARELA les respondió que debían rendirse incondicionalmente. Mientras los obreros deliberaban (Outerello era partidario de no rendirse y huyó a Cañadón León, Estancia Bella Vista), Varela los atacó en Río Chico rindiendo a una columna dirigida por Avendaño, a quien fusiló junto a decenas de huelguistas.

VARELA continuó su marcha en persecución de los fugitivos y el 1º de diciembre, le tendió una emboscada al grupo de OUTERELLO, que resultó muerto en el enfrentamiento, junto a una decena de obreros, sin que sufrieran sus tropas, baja alguna.

Al día siguiente, 2 de diciembre, las tropas dirigidas por el capitán VIÑAS IBARRA fueron en persecución de las columnas lideradas por ANTONIO SOTO y el 2 de diciembre cruzaron el río Santa Cruz en bote con 20 hombres. Más adelante sorprendieron a un grupo de huelguistas, sometiéndolos en el paraje de «El Perro» donde son muertos unos 20 obreros

El 10 de diciembre 1921, las tropas de VIÑAS IBARRA, habiendo llegado a Cerro Negro,  recorrieron la región “limpiándola” de activistas y fusilándolos en el lugar donde se los encontraba. Luego, avanzaron hacia la región de “Lago Argentino”, por el camino de Cordillera de los Baguales.

El  6 de diciembre, en “La Leona” se entregaron voluntariamente unos 100 huelguistas, mientras que unos 80 siguiéndolo a SOTO, se dirigieron a la estancia “La Anita”, donde fueron alcanzados por VIÑAS IBARRA, quien les exigió una rendición incondicional.

Durante la noche los huelguistas discutieron en una Asamblea, mientras las tropas se preparaban para el asalto a sus posiciones. La Asamblea votó por la rendición, contra la posición de los anarquistas, que no confiaban en el ejército. Los huelguistas envíaron a dos delegados a pedir condiciones para la rendición, pero VIÑAS IBARRA los fusiló en el acto.

Finalmente llega la rendición incondicional. Según diversos testimonios la cifra de fusilados oscilaría entre 100 y 200. ANTONIO SOTO, que era contrario a la rendición, huyó a caballo rumbo a Chile con 12 compañeros y el 9 de diciembre de 1921, con los sobrevivientes de su grupo, cruzó la frontera por la zona del cerro Centinela y nunca fueron atrapados. Entre el 12 y el 20 de diciembre, VIÑAS IBARRA recorrió la región capturando y fusilando a los últimos huelguistas dispersos en la región.

La represión continuó luego desde la región de San Julián hasta Cañadón León. El 17 de diciembre, las tropas de ELBIO ANAYA, desde estancia San José marcharon hacia el norte y luego de un tiroteo en Tapera de Casterán,  tomaron numerosos prisioneros y si bien los militares declararon que murió tan solo el dirigente ALBINO ARGÜELLES y dos huelguistas, la verdad fue que se fusiló a un centenar de prisioneros.

La última columna de huelguistas que quedaba activa era la dirigida por JOSÉ FONT, más conocido como “Facón Grande”, que operaba en la zona del Ferrocarril Patagónico. FONT dividió sus fuerzas en dos columnas: una de 300 hombres hacia el sur de Puerto Deseado, en Bahía Laura, y la otra liderada por el mismo FONT hacia Pico Truncado. Ocuparon el poblado de Las Heras y dejaron a cargo al delegado ANTONIO ECHEVARRÍA.

El 18 de diciembre el teniente coronel VARELA envía un tren de exploración desde Puerto Deseado, que llega a Las Heras a cargo del subteniente JONAS, quien retoma Las Heras sin resistencia y fusila a ECHEVARRÍA y a otros dirigentes huelguistas.

El 20 de diciembre, informado VARELA sobre la presencia de un grupo de huelguistas en la estación “Tehuelche”, se dirigió hacia allí y al llegar, se produce el único acto de resistencia al ejército en toda la campaña: en un tiroteo es herido el soldado SALVI y muerto el soldado FISCHER, el protegido de VARELA. Entre los huelguistas hubo al menos tres muertos y varios heridos.

VARELA y su grupo tuvieron que retroceder hasta la estación Jaramillo y desde allí envía al gerente de “La Anónima”, MARIO MESA a parlamentar con JOSÉ FONT y les promete respetar la vida de todos y acceder a sus demandas si se rinden. Luego de realizar una Asamblea, el 22 de diciembre de 1921, los obreros deciden entregarse en la estación Tehuelches, pero contrariamente a lo prometido, VARELA fusila a FONT, a LEIVA y al menos a medio centenar de obreros.

Al exterminar al último grupo de huelguistas, las tropas del ejército se dedicaron a rastrillar toda la provincia de Santa Cruz en busca de los huelguistas dispersos. Los irá atrapando y fusilando sumariamente hasta que el 10 de enero de 1922, da por finalizada la campaña, habiendo sido fusilados en total, alrededor de 1500 obreros y huelguistas.

 Qué pasó después?.?
Acalladas las armas y silenciados los pedidos de clemencia,  el domingo 1º de enero de 1922 la Sociedad Rural de Río Gallegos  festejó el Año Nuevo con un homenaje al teniente coronel VARELA en el Hotel Argentino.

El 7 de enero, llegó MANUEL CARLES, presidente de la “Liga Patriótica”,  a bordo del vapor «Asturiano» y rinde su homenaje y condecora a VARELA y a sus hombres. El día 11 de enero el diario local “La Unión” publica una declaración de la Sociedad Rural anunciando la rebaja de todos los salarios en un tercio, es decir, un valor nominal inferior al de los salarios vigentes durante la primera huelga.

La violencia de esta represión causó más de 1.500 muertos. La economía de la provincia quedó desarticulada y los gobernantes desorientados.

El teniente coronel VARELA fue sometido a juicio por haberse excedido en sus acciones, pero fue declarado inocente, ya que solo había actuado en cumplimiento de órdenes superiores. Pero los muertos seguían muertos y la forma en que murieron, fue conocida por todo el mundo, que horrorizado, se vio conmovido por este suceso.

El único acto de repudio a las tropas represivas fue llevado a cabo por las 5 meretrices del prostíbulo “La catalana”, que se negaron a atender a los estupefactos soldados, gritándoles «asesinos».

Los periódicos anarquistas, principalmente “La Antorcha” y “La protesta”, denunciaron la masacre de obreros en prisiones y los fusilamientos sumarios en el mismo momento en que estaban ocurriendo los hechos. Llamaron a la solidaridad y a la huelga, pero las otras organizaciones obreras (la UGT y la FORA del Sindicalismo), solo protestaron formalmente para no enfrentarse con el gobierno de HIPÓLITO YRIGOYEN (ver La Prensa Anarquista).

Solamente cuando se empezaron a conocer las proporciones de la matanza, se unieron a la protesta. Con excepción de los anarquistas, que publicarán testimonios, denuncias y listas de asesinados, los reclamos de los otros grupos políticos fueron entre tibios y formales.

Desde el gobierno nacional no se rindieron honores a los vencedores, no se avaló oficialmente el accionar de las tropas y se tendió un manto de olvido sobre el asunto, por temor a las consecuencias políticas. Hubo algunos debates y denuncias en la Cámara de Diputados de la Nación, como la que protagonizó el 1º de febrero de 1922, el diputado socialista ANTONIO DE TOMASO, pero sus denuncias y otras que se emitieron desde el mismo sector político, fueron ignoradas y pocos meses después el asunto cayó en el olvido.

Pero no todo terminaría así
 El 27 de enero de 1923, un obrero alemán llamado KURT WILCKENS, mato al teniente coronel VARELA tirando una bomba a su paso.

Ya había intentado asesinar a VARELA en otras oportunidades, pero el militar siempre aparecía acompañado por otras personas o por sus hijas, por lo que no se decidía al atentado, pero ese día VARELA salió solo de su domicilio en la calle Fitz Roy del barrio de Palermo de la ciudad de Buenos Aires.

WILCKENS lo esperó a pocos metros de la entrada de su domicilio y al verlo salir le arrojó una bomba de percusión a los pies que hirió al militar. Luego le disparó cuatro balazos con su revólver Colt (cantidad de disparos con la que Varela solía ordenar que asesinaran a sus víctimas). Después Wilckens intentó huir, pero una esquirla de la bomba le había roto el peroné, impidiéndole la fuga. Al ser detenido por la policía dijo: «He vengado a mis hermanos».

KURT WILCKENS era un anarquista pasivo, abstemio y vegetariano que estaba profundamente indignado por el accionar de VARELA y que no poseía experiencia en atentados ni en el manejo de explosivos.

Declaró que su acto fue un hecho completamente individual, aunque indudablemente recibió ayuda de otros anarquistas. WILCKENS es saludado por todos sus camaradas anarquistas del país y las repercusiones de su atentado llegan hasta Alemania y los Estados Unidos, donde todos los anarquistas aclaman su nombre.

Los fiscales pidieron 17 años de prisión para WILCKENS. Estando en prisión se recuperó saludablemente y por su carácter dócil llegó a ser estimado por los internos y respetado por los funcionarios, recibiendo visitas y material de lectura con frecuencia. Fue entrevistado por periodistas, escribiendo algunos artículos para periódicos anarquistas.

«No fue venganza – dijo en un de ellos, publicado en “La Protesta” el 21 de mayo de 1923- “yo no vi en Varela al insignificante oficial. No, él era todo en la Patagonia: gobierno, juez, verdugo y sepulturero. Intenté herir en él al ídolo desnudo de un sistema criminal. La venganza es indigna de un anarquista! El mañana, nuestro mañana, no afirma rencillas, ni crímenes, ni mentiras; afirma vida, amor, ciencias; trabajemos para apresurar ese día”.

A los funerales de VARELA asistieron el Presidente de la República MARCELO TORCUATO DE ALVEAR, el Ministro de Guerra general AGUSTÍN P. JUSTO, el ex Presidente HIPÓLITO YRIGOYEN, el doctor MANUEL CARLÉS, Presidente de la Liga Patriótica y otras personalidades.

En el sepelio, un joven de la Liga Patriótica Argentina y ex policía de Santa Cruz, llamado ERNESTO PÉREZ MILLÁN TEMPERLEY dijo algunas palabras y profirió insultos y amenazas al periodismo “que había tergiversado los hechos”.

Meses más tarde, el 15 de junio de ese año, mientras WILCKENS  dormía en su celda y fue asesinado de un balazo por ese mismo joven PÉREZ MILLÁN TÉMPERLEY.

Wilckens falleció al día siguiente y su asesino, al ser detenido, declaró: «Yo he sido subalterno y pariente del comandante VARELA. Acabo de vengar su muerte». Al día siguiente el diario “Crítica” vendió más de medio millón de ejemplares, y el hecho despertó la indignación de los anarquistas y las organizaciones obreras.

La FORA convocó a un paro general de protesta y una manifestación en Plaza Once dejó un saldo de dos muertos, 17 heridos y 163 detenidos por parte de los manifestantes y un oficial muerto y tres policías heridos. La “Unión Sindical Argentina” (ex FORA Sindicalista) apoyó la huelga pero pronto levantó la medida.

PÉREZ MILLÁN fue declarado demente gracias a sus influencias, e internado en el Hospicio Vieytes, donde llevó una vida tranquila, pero albergando resentimiento por sentirse abandonado por sus camaradas de la Liga Patriótica.

En la mañana del 9 de noviembre de 1925 fue asesinado de un tiro por ESTEBAN LUCICH, un interno preso por homicidio, que al no reconocérsele motivación para este asesinato, llevó a los investigadores hasta GERMÁN BORIS WLADIMIROVICH, un profesor anarquista de origen ruso que en 1919 había sido convicto por un asalto con fines políticos ocurrido en la Argentina.

WLADIMIROVICH fue apresado y sometido a duros interrogatorios, a causa de los cuales, morirá meses después,  pero no admitió jamás su participación en el asesinato, quizás, pensaron las autoridades policiales, para no comprometer a quienes lo habrían comisionado desde el exterior, deseosos de abortar nuevos intentos de investigación, que podrían afectar intereses de quienes pretendieron implantar filosofías extrañas a nuestra idiosincracia y se encontraron con que la situación se desmadró, a raíz de que quienes debían hacer cumplir con la Ley, se extralimitaron en sus atribuciones y fueron injustificadamente violentos y despiadados en la represión (ver Huelgas y protestas en el pasado argentino).

1 Comentario

  1. Anónimo

    meh

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