VISIÓN INGLESA DEL BUENOS AIRES COLONIAL (25/09/1806)

Un informe producido en Inglaterra, luego de fracasado su primer intento de invasión a las colonias españolas en el Río de la Plata, permite comprender el valor que Gran Bretaña le adjudicaba a estas tierras y su interés por posesionarse de ellas.

En su edición del 25 de setiembre de 1806, el diario «The Times», de Londres, publicó el siguiente informe sobre Buenos Aires: “El territorio que ahora constituye la provincia de Buenos Aires se hallaba en un principio sometido al control del virrey del Perú, pero en 1778 fue constituido como gobierno independiente.

Esta disposición y el permiso de libre comercio que le fue otorgado el mismo año lo han beneficiado grandemente. En 1791 los comerciantes españoles y también los extranjeros, obtuvieron licencia de importación de esclavos negros y herramientas y pudieron exportar los productos del país.

Este aliciente ha contribuido en gran medida al progreso de la agricultura y al crecimiento de la población, y tal es la fertilidad del suelo que, si se mantienen esas sabias medidas, Buenos Aires se transformará en corto tiempo en el granero de Sudamérica.

En esas regiones, bendecidas por un clima excepcionalmente favorable, la sola naturaleza, si no se ponen impedimentos en su camino, producirá de todo casi espontáneamente.

El territorio en el que se encuentra Buenos Aires es muy extenso y abunda en fertilísimas tierras culti­vadas, cruzadas en todas direcciones por ríos y arroyos, que van a morir al gran río de La Plata. Las praderas mantienen a millones de vacas, caballos, ovejas y cerdos.

Abunda la sal y no faltan lugares donde los buques y embarcaciones pueden ingresar un cargamento de carne salada para exportación. La pesca en las costas, especialmente la de la ballena y del lobo marino, es muy productiva, lo mismo que la caza en el interior. Algodón, lino y cáñamo, son cultivados en muchos distritos y no faltan algunas minas de oro.

En el año 1796 el monto total de las importaciones fue de 2.853.944 pesos. Las exportaciones en el mismo año fueron: en oro acuñado y sin acuñar: 1.425.701 pesos; en plata: 2.556.304 y los demás productos del país: 1.076.877 pesos, lo que hace un total de alrededor de 5 millones de pesos.

Los principales artículos pro­ducidos fueron: cueros, sebo y lana. Durante la guerra se produjo una seria paralización del comercio y se notó falta de toda clase de manufacturas europeas, especialmente telas de lino, en cuyo lugar debieron utilizar algodones fabricados en las provincias.

También existió una gran demanda de licores espirituosos, la que no pudo ser satisfecha. Montevideo es el mejor puerto del país. Las cosas fundamentales, necesarias para la vida son aquí tan extraordinariamente baratas, que ello favorece el ocio. Hay aquí numerosas bandas de vagabundos, llamados «gauderios», parecidos a los gitanos en muchas cosas, si bien no son aficionados al robo.

Recorren el país en pequeños grupos y entretienen a los campesinos cantando baladas de amor, acompañándose con la guitarra. Los paisanos, por su parte, les suministran todo lo que pueden necesitar y el país es tan generoso que sus necesidades son pocas.

Para saciar el hambre, sólo precisan capturar alguna res de las muchas que vagan por este territorio. Hace apenas cuarenta años, Buenos Aires era sólo la cuarta ciudad en el Virreinato del Perú y los ciudadanos no tenían casas de campo: pero ahora no hay en Sudamérica, con la excepción de Lima, ciudad más importante que Buenos Aires y hay pocas personas en buena posición que no tengan quintas y que no cultiven en sus jardines toda clase de frutos y flores.

Las damas de Buenos Aires son consideradas las más agradables y hermosas de toda Sudamérica y, aunque no igualan a las de Lima en magnificencia, su manera de vestirse y adornarse es no menos agradable y revela un gusto superior.

Hay tal abundancia de provisiones y particularmente de carne fresca en Buenos Aires, que frecuentemente se las distribuye gratis entre los pobres.

El agua del río es más bien barrosa, pero pron­to se clarifica y se hace potable al ser conservada en grandes cubas o vasijas de barro. También hay gran abundancia de pescado.

El comercio de esta región, bajo el ordenamiento británico, promete ser sumamente ventajoso para ella, y podría abrir mercados de incalculables posibilidades para el consumo de manufacturas británicas. En la medida en que las cargas impuestas a sus habitantes sean disminuidas por el Gobierno británico, sus medios de comprar nuestros productos se verán incrementadas y el pueblo, en lugar de permanecer andrajoso e indolente, se hará industrioso y llegará a la mutua competencia por poseer no sólo las comodidades, sino aun los lujos de la vida (ver A qué jugaban los ingleses?).

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