SAN MARTÍN SUFRE POR SU PATRIA (01/01/1825)

Desde Bruselas, el general JOSÉ DE SAN MARTÍN escribió a su amigo JOSÉ VICENTE CHILAVERT, expresándole su angustia por la separación de su Patria, diciendo «que todas las distracciones de la civilización europea no pueden hacerme soportable».

Más adelante dice: «Todo cálculo de revoluciones es erróneo. Las acciones más virtuosas son tergiversadas y los desprendimientos más palpables son actos de miras secundarias. Al hombre justo no le queda otro recurso, en medio de las convulsiones de los Estados, que proponerse por norte de su conducta obrar bien».

Después agrega: «A mi regreso del Perú (y no a mi retirada como dice el periódico El Argos, de Buenos Aires), traté de gozar una vida tranquila, después de 10 años de revolución; me establecí, por ello, en mi chacra de Mendoza para dedicarme a los encantos de una vida agricultora y a la educación de mi hija».

Pero como aun en su retiro voluntario, desde el periódico «El Centinela», sus enemigos comenzaron a hostilizarlo, continúa diciendo «Entonces fue cuando se me manifestó una verdad que no había previsto. A saber: que yo había figurado demasiado en la revolución para que me dejasen vivir en tranquilidad» (ver San Martín y sus detractores).

Agrega que se le presentaba entonces un nuevo tipo de guerra: «la guerra de la pluma», para él desconocida, y por lo tanto optó por abandonar su refugio y alejarse a Europa, creyendo que así «se ahogarían las innobles pasiones de los enemigos de un viejo patriota». Pero aun allí, prosigue, «recibe un ejemplar de «El Argos», que nuevamente me ataca, y aquí me tiene sin saber qué partido tomar».

«En mi retiro de Mendoza, promoví una federación militar de provincias; vengo a Europa y, al mes, un agente del gobierno de Buenos Aires escribe que uno u otro americano residente en Londres trata de llevar (metido en el bolsillo) un reyecito para formar un gobierno militar en América».

«He aquí indicado al general San Martín. Esto, subraya, «lo dice El Argos y yo no sé qué línea de conducta seguir, pues mi alejamiento no pone a cubierto de repetidos ataques a un general que, por lo menos, no ha hecho derramar lágrimas a su Patria».

Y aun dice más: «Ahora está reconocida nuestra Independencia por la Inglaterra. La obra está concluida y los americanos comenzarán a gozar el fruto de trabajos y sacrificios y si doce años de revolución no han enseñado a obedecer, sí señor, a obedecer, no se puede saber mandar» (ver San Martín, a través de sus palabras).

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