PRIMERA SESIÓN DEL CONSULADO DE BUENOS AIRES (02/06/1794)

El 2 de junio de 1784, el Real Consulado de Buenos Aires realizó su primera sesión.

Instalado ya con carácter de Junta de Gobierno, «bajo la protección del poder divino por la intercesión de la Virgen María en su purísima Concepción, patrona de España e Indias, para que inspirase su insuficiencia», según reza el Acta correspondiente.

¿Qué era el Consulado y qué significaba su instalación en el Virreinato del Río de la Plata?. Desde la Edad Media existían en España gremios de mercaderes formados por los grupos económicos más poderosos, que regulaban el comercio, especialmente el internacional, en los puertos clave del país, controlando la entrada y salida de productos y dinero.

Más tarde la designación de los funcionarios pasó a manos de la Corona y así surgieron los consulados de Sevilla y Cádiz y sobre estos modelos, se crearon en América los de Lima y México.

Buenos Aires, que pasó mucho tiempo dependiendo del monopolio limeño, tuvo que esperar nueve años, desde que el Cabildo solicitó la instalación de un consulado, para que la burocracia española autorizara su creación.

El Real Consulado de Buenos Aires tenía dos funciones: era un tribunal de justicia que atendía casos comerciales y además debía ocuparse de promover el desarrollo económico.

La institución estaba formada por quince personas distribuidas en distintos cargos, que eran designadas por el rey. De esta forma fue nombrado MANUEL BELGRANO, que entonces era un joven abogado que se encontraba en España y ocupó el cargo de secretario.

Entre los asuntos que trataba la institución estaban la reglamentación de las curtiembres, la industria textil, los cultivos, las fábricas de ladrillos, la construcción de caminos y puentes y el muelle del puerto de Buenos Aires.

El trabajo de Belgrano en el Consulado fue de enorme significación por su formación cultural y su identificación con las ideas más avanzadas de la época en política, economía y sociedad. Desde su puesto alentó el desarrollo de la agricultura y la industria, pero puso especial acento en la educación, a la que consideraba base y pilar de la prosperidad de cualquier nación (ver El Real Consulado de Buenos Aires).

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