LOS TREINTA Y SEIS BILLARES (1884)

El CAFÉ LOS 36 BILLARES fue inaugurado en 1884 y estaba instalado en un local ubicado en la calle Corrientes. Contaba con 36 mesas de billar y su aparición causó tal sensación, que pronto este juego se puso de moda,  hasta el punto que, para 1890, ya había en Buenos Aires un centenar de locales con mesas de billar.

El 8 de julio de 1894, cuando despuntaba esa época espléndida y pujante en la que Buenos Aires, comenzaba a perfilarse como la ciudad más europea de América, según se data en los archivos históricos de la época, se produjo la apertura de la Avenida de Mayo, con un acto donde hubo una procesión de 500 antorchas, que iluminaron la ciudad de Buenos Aires, preanunciando que, a pesar de la oposición de algunos porteños, reacios a las transformaciones urbanas que comenzaba a sufrir la ciudad, esa zona, inexorablemente se iría poblando con más y modernos edificios, algunos emblemáticos (la mayoría de los cuales, siguen hoy en pie), e iría adquiriendo un “aire castizo y español”, que la identificaría para siempre.

Y hasta allí fue el Bar “Los 36 billares”, casi en la misma época de la apertura de la avenida de Mayo. Ubicado desde esa, su segunda fundación, en el número 1256 de dicha arteria, entre las calles  Salta y Santiago del Estero, ocupa la planta baja y el subsuelo de un edificio que fue construido en 1914 para la “Compañía de Seguros La Franco Argentina”.

Los arquitectos COLMEGNA Y TIPHAINE fueron los autores de la obra que respondía al exquisito gusto de fines del siglo con una fuerte influencia de la colectividad hispana.

En un amplio salón, se complementan armoniosamente las mesas de billar con el café y los grandes ventanales a la calle. La fachada, combina tonos ladrillo y arena con unos toldos rayados de la misma gama cromática, que sombrean las vidrieras. Cuatro faroles de estilo, iluminan la vereda y el cartel que exhibe  su nombre, muestra orgulloso el número 36 centrado entre dos tacos que definían la especialidad de la casa.

Las grandes arañas de bronce que iluminan hoy el salón principal también son originales y salvo algunas  tulipas, están en perfecto estado luego de la restauración a las que se las sometió cuando se trasladó a la avenida de Mayo.

La barra, que antaño era de mármol de Carrara, en un principio fue reemplazada por una de granito, pero respetuosos del prestigio adquirido a través de los años, sus dueños la cambiaron por otra tan elegante como que la que tuvo en sus tiempos de gloria.

Hoy, las 36 mesas de billar funcionan en el subsuelo, dejando la planta baja para uso exclusivo del Café y de los juegos de mesa que allí practican los numerosos «habitués» de este reducto porteño,  que a partir de su inauguración, fue un punto de encuentro para los adictos al “copetín” y a las partidas de billar, dados, generala, dominó y ajedrez, entre otros juegos de moda en esos años.

Además del poeta español FEDERICO GARCÍA LORCA, que pasó una larga temporada, alojado en una habitación del Hotel Castelar y se hizo habitué del lugar, muchos famosos y muchos no famosos, practican desde entonces,  hacer sus “carambolas” en las mesas de “Los 36 billares”.

Un reducto porteño que tuvo entre sus paredes a lo más representativo de las artes, las letras y porqué no, también de la farándula y de los míticos cultores de nuestra música ciudadana, entre ellos, MIGUEL ANGEL BAVIO ESQUIÚ, jefe de la sección deportes del diario El Mundo en la década del cuarenta y creador en la revista “Rico Tipo”, el escritor ABELARDO ARIAS, el mismo que en su novela «La vara de fuego”,  recrea  una historia ambientada en los años treinta, en el “Hotel Lutecia” (hoy Hotel Chile), un edificio de la misma cuadras a la altura de 1293, esquina Santiago del Estero (ver Bares, Cafés y Confiterías porteños que hicieron historia).

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