LOS FINANCISTAS DE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA (1853)

Después de la batalla de Caseros, la precaria situación financiera de la Confederación atrajo inmediatamente a banqueros, financistas y personalidades dispuestas a hacer buenos negocios en Paraná y en Rosario.

El primero de ellos fue JOSÉ DE BUSCHENTAL, un banquero oriundo de Estrasburgo, que había sido chambelán de la reina Isabel II de España, por lo que se presentaba ostentando una brillante gran cruz de Isabel la Católica, que debió impresionar a Urquiza.

Ese hombre de negocios y de gran mundo llegó a tener singular influencia en los círculos oficiales de Paraná, cuyo gobierno, frente a la urgencia de dinero, no se detuvo en detalles y aceptó las comisiones reclamadas por Buschental.

La primera de las negociaciones concretadas por este personaje «seguramente con dinero de la banca brasileña» fue la compra de 300.000 pesos fuertes en bonos del Tesoro, emitidos en 1853 por el gobierno de la Confederación.

Buschental los tomó al 75%, con la condición de que debían tener curso en las aduanas federales. El prestamista se reservó el derecho de ser él el negociante en Europa de un empréstito que la Confederación pensaba solicitar en ese mercado financiero.

El banquero, muy ligado al Brasil, donde se había casado, en 1855, llegó a ser nombrado enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante don Pedro II del Brasil, en misión especial. Debía tratar problemas políticos, económicos y militares.

El otro financista de la Confederación, con mayor gravitación que Buschental en el Río de la Plata, fue IRENEO EVANGELISTA DE SOUZA, BARÓN DE MAUÁ, poderoso empresario del transporte, banquero, comerciante y agricultor, que se había ligado a Urquiza antes de Caseros, ya que había financiado, representando al Brasil, la guerra contra Rosas.

En noviembre de 1857, el barón de Mauá se trasladó a Paraná y consiguió del gobierno de la Confederación la autorización para fundar en Rosario una institución de crédito, un banco de emisión y descuento.

En realidad, esta fundación no fue otra cosa que un complemento del empréstito concedido por el Brasil a la Confederación, por la suma de 300.000 patacones y que el representante brasileño JOSÉ MARÍA PARANHOS formalizó en Paraná el 27 de noviembre de 1857.

El Banco Mauá abrió sus puertas en Rosario el 2 de enero de 1858, con un capital teórico de 2.400.000 pesos. Según el contrato firmado por el ministro de Hacienda de la Confederación, ELÍAS BEDOYA y el barón de Mauá, se autorizaba la institución crediticia, a condición de que ella prestara dinero al gobierno (ver El Banco Mauá).

Pero el optimismo de Urquiza y sus hombres sobre la cooperación financiera del Banco no duró mucho. El 10 de junio de 1858, el barón de Mauá, en carta fechada en Río de Janeiro, anuncia a Urquiza que el Brasil no podrá ayudar a la Confederación en su lucha con Buenos Aires en razón de la presión, contraria a esa ayuda, ejercida por Inglaterra y Francia.

Después de eso, el Banco Mauá hizo negocios, pero no en favor de la Confederación. El oro extraído del Banco pasaba a Buenos Aires, donde la mayor actividad comercial daba oportunidad a una tasa de interés más provechosa.

Fue así como, en octubre de 1860, el contrato sobre el Banco fue rescindido por incumplimiento de la integración de capital y acuñación de moneda. Pero las relaciones y vínculos de Mauá con Urquiza no terminaron ese año. Tampoco los de Buschental, ese personaje que “sin ser barón, conde, duque ni marqués, tenía más condecoraciones que un museo de antigüedades”, al decir juguetón de LUCIO V.MANSILLA.

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