LA MASACRE DE TANDIL (01/01/1872)

Gritando «es hora de matar a los gringos francmasones y de terminar con las autoridades, un grupo  de enloquecidos paisanos irrumpió en las calles de Tandil y antes de ser detenidos, mataron a 36 personas.

Pero volvamos atrás para comprender la locura y sin razón de este hecho.

A comienzos de 1871 había llegado a la ciudad de Tandil un hombre llamado GERÓNIMO G. DE SOLANÉ, que muy pronto comenzó a ofrecer sus servicios de vidente y manosannta y a ser conocido bajo el apodo de «Tata Dios».

Se cree que procedía de Santa Fe y que había sido expulsado del lugar por su participación en oscuros incidentes. Muy pronto adquirió gran influencia entre los gauchos de la zona que lo creían dotado de poderes milagrosos, capaces de sanar a los enfermos o fulminar a sus enemigos.

Con el paso de los meses, «Tata Dios» dio a conocer su mensaje: «¡Soy el salvador de la humanidad, soy el enviado de Dios! Es hora de matar a los gringos francmasones y de terminar con las autoridades».

Bajo esa consigna, convenció a sus fieles de que iban a ser recompensados y de que una gran ciudad surgiría después de la matanza.

El último día de 1871 repartió armas a sus hombres y el 1° de enero de 1872, entraron en el pueblo al grito de «¡Viva la religión! ¡Mueran los gringos y masones!».

Recorrieron las calles con los cuerpos untados con aceite bendito y al cabo de unas horas habían dado muerte a 36 personas, la mayoría inmigrantes de distintos orígenes: franceses, españoles, ingleses e italianos y 5 argentinos.

Al día siguiente, una tropa formada por guardias y vecinos salió a buscarlos y consiguió detener a la mayoría, incluido el jefe. La gente del pueblo sospechaba que «Tata Dios» había contado con el apoyo de FIGUEROA, el juez de Paz, que utilizaba al médico adivino para mantener su poder sobre las tierras.

Muchos terratenientes pensaban que la inmigración era una desgracia para el país y atentaba contra sus derechos. Esta cuestión nunca pudo ser aclarada porque «Tata Dios» fue misteriosamente asesinado en su celda cinco días después de haber sido detenido.

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