LA CONQUISTA DE LA PAMPA HASTA LOS ANDES (11/01/1879)

Un esperanzado NICOLÁS AVELLANEDA lanza una proclama considerando finalizada la epopeya de las campañas al desierto, que finalmente quedará solo en eso: una esperanza que se concretará, recién en 1884, con la rendición del último foco rebelde de los aborígenes en el sur.

En 1879 casi estaba llegando a su fin la campaña al desierto iniciada en 1823 por el gobernador de Buenos Aires MARTÍN RODRÍGUEZ (1), para incorporar los vastos territorios del sur de la provincia de Buenos Aires, a la integridad nacional.

Una tarea que se transformó en una lucha épica, librada contra los aborígenes, que defendieron lo que consideraban “su tierra” (y lo era), como solo sabían hacerlo.

Maloneando, atacando una y otra vez a los poblados, incendiando los campos, robando el ganado, hostilizando permanentemente a los fortines, asaltando a los viajeros y cometiendo mil tropelías más, la mayoría de las veces, organizadas por “blancos renegados” que encontraron en ellos, la carne de cañón necesaria para lograr sus objetivos de riqueza personal.

Muy pocos fueron los casos en que el enfrentamiento se llevó a cabo con auténticos aborígenes de nuestras tierras, pues la mayoría de los caciques y capitanejos que encabezaron acciones hostiles, eran araucanos y mapuches que cruzaron la cordillera en busca de buenos pastos para su ganado y mejores oportunidades para sobrevivir, cansados de la lucha cruel a que los obligaba la aridez  y los rigores del clima que eran la característica de sus tierras al otro lado de la Cordillera.

Largos años de lucha habían mermado sus ímpetus, muchos de sus guerreros quedaron en la tierra ensangrentada de la Pampa que va desde el Atlántico hasta la Cordillera de los Andes y “el blanco” cada vez más organizado y numerosos, los fueron corriendo de sus tolderías.

De todos los que habían protagonizado esos años de lucha sin cuartel, En 1879, sólo quedaban BAIGORRITA y NAMUNCURÁ y ambos estaban prófugos.  NAMUNCURÁ, el otrora insolente soberano de Salinas Grandes que en su huída, pasó a Chiloé, luego a la Cortadera, más tarde a Acuarez,  para desaparecer finalmente sin dejar rastro, abandonó su tribu y sólo lo acompañaba su mujer, 10 indios de lanza y unos pocos de “chusma”.

BAIGORRITA, por su parte, que al no aceptar el sometimiento a las autoridades, que se le había ofrecido en condiciones muy dignas, se vio también obligado a refugiarse en tolderías semi escondidas en los contrafuertes andinos, para eludir la una persecución  que cada vez lo acorralaba más.

Así se acabaron los malones y desaparecieron de la inmensidad de la Pampa las viejas tribus de CALFUCURÁ, de los hermanos CATRIEL, los ranqueles de YAMQUETRUZ, MARIANO y EPUMER y las bravías huestes de PINCÉN, después de combatir fieramente más  medio siglo (1823/1884), contra todas las tropas nacionales que fueron a su encuentro comandadas por RAUCH, ROSAS, VILLEGAS, PACHECO, MITRE, ROCA, VINTTER y otros bravos.

Fue así que llegado el 11 de enero de 1879, el Presidente de la Nación, doctor NICOLÁS AVELLANEDA impartió la siguiente  “Orden General” para las tropa de Bahía Blanca, Fuerte Argentino, Puán, Carhué, Guaminí, Trenque Lauquen, Italó y Lavalle.

“Por orden del Excmo. Señor Presidente de la República, se leerán a las fuerzas del Ejército Expedicionario las siguientes palabras: “Estáis llevando a cabo con vuestros esfuerzos, una grande obra de civilización a la que se asignaban largos plazos. La pericia y la abnegación militar se adelantan al tiempo. Cada una de vuestras jornadas marca una conquista para la humanidad y para las amas argentinas. El país agradecido os reconoce esta doble gloria”

“Después de muchos años, la guerra contra el indio sale del terreno de las hazañas oscuras y hay a vuestras espaldas todo un pueblo que victorea a los vencedores. No se perderá la ruta que habéis trazado sobre el desierto desconocido. Por los rastros de las expediciones se encaminará en breve, el trabajo de recoger el fruto de vuestras victorias, abriendo nuevas fuentes de riqueza nacional, al amparo de vuestras armas. Nunca habrá sido más fecunda la misión el ejército argentino”

Soldados del Ejército Expedicionario: El Gobierno está satisfecho de vuestra conducta y pronto quedará asegurado el éxito final. Mientras tanto, os envío mis felicitaciones y os anuncio que en el próximo período legislativo, solicitaré del Honorable Congreso, una condecoración conmemorable de este gran hecho que se llamará en la historia “La Conquista de la Pampa hasta los Andes”.

Pero lamentablemente,  esto no terminaba aquí. Durante la presidencia de NICOLÁS AVELLANEDA, el general JULIO ARGENTINO ROCA sucedió como Ministro de Guerra a VALENTÍN ALSINA y se hizo cargo de continuar con la campaña iniciada por su antecesor.

Más tarde, en 1880, cuando ROCA sucedió en la presidencia de la Nación a AVELLANEDA, recién se pudo dar por finalizada esta campaña, mediante una gesta que la historia ha calificado (quizás erróneamente), como “La conquista del Desierto”.

(1). A la campaña iniciada por MARTÍN RODRÍGUEZ en marzo de 1823, siguió la comandada por JUAN MANUEL DE ROSAS en 1833, luego, la que dirigió BARTOLOMÉ MITRE, más tarde, durante la presidencia de NICOLÁS AVELLANEDA, la continuó su Ministro de Guerra, VALENTÍN ALSINA.

Cuando éste fue reemplazado en el cargo por JULIO ARGENTINO ROCA, continuaron las acciones  y finalmente, cuando ROCA asumió la Primera Magistratura, recién concluyó esta larga campaña, cuyo último acto tuvo lugar el 18 de diciembre de 1884, fecha en la que  el último grupo rebelde de más de 3.000 “lanzas”, bajo el mando de los caciques INACAYAL y FOYEL, se rindieron en la actual provincia de Chubut (ver Las Campañas al Desierto).

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