LA CERVEZA BIECKERT CONQUISTA BUENOS AIRES (1868)

En 1868, el joven inmigrante EMLIO BIECKERT, comienza a producir su cerveza en la ciudad de Buenos Aires y pronto logra captar la preferencia de los porteños.

EMILIO BIECKERT, descendiente de una familia de cerveceros de Alsacia, había desembarcado en Buenos Aires el 15 de febrero de 1855 y durante un tiempo se dedicó a recorrer el sur del país y llegó hasta Chile, pero por fin se instaló en Buenos Aires y decidió fabricar una buena cerveza.

En 1868 abrió su primer establecimiento en una vieja casa de Balvanera, ubicada frente a la iglesia, y con solamente dos pipas y un ayudante, este día comenzó la producción.

Los porteños que la probaron, la adoptaron enseguida, la demanda creció y Bieckert pudo mudarse un año después a un local más amplio en la calle Salta.

En cinco años este local ya le quedaba chico y compró un edificio en Juncal y Esmeralda y en 1886, ya trabajaban allí 600 empleados y producía 100 «pipas» por jornada de trabajo.

En los años siguientes la fábrica siguió expandiéndose y su alta chimenea figuraba en las cartas náuticas, como una señal para los navegantes que se acercaban al puerto. La cerveza que producía era comparable a las mejores marcas de Europa y Bieckert se dio el gusto de ir a mostrarla a Alemania.

Al regresar de uno de sus viajes trajo jaulas con gorriones, que eran su debilidad, y caballos percherones para tirar de los carros de cerveza. También fue el iniciador de la industria local del hielo, ya que hasta entonces lo traían en barco desde los Estados Unidos. En 1889 Bieckert dejó la conducción de su empresa, ya muy importante, en manos de una compañía norteamericana.

El 19 de diciembre de 1877, el diario «La Tribuna» comentaba: «Antes de trasponer los umbrales de la cervecería Bieckert creíamos que Buenos Aires estaba aún en la infancia industrial; después de salir de ella, llevamos el convencimiento de que, si bien puede haber en otros países establecimientos del mismo género de mayor magnitud, no los hay ni mejor instalados, ni más bien dirigidos» (citado por M. Chueco en «Los pioneros de la industria nacional, Buenos Aires», Edit. Peuser, dos tomos, Buenos Aires, 1886 y 1896).

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