GRAN BRETAÑA ESTIMULA LA CREACIÓN DE LA «PROVINCIA ORIENTAL» (1826)

En 1826, el diplomático inglés JOHN PONSONBY envía un informe destacando la importancia de afianzar el comercio con las colonias españolas en el Río de la Plata.

JOHN PONSONBY era un tipo brillante y cínico, pero absolutamente pragmático.. Buenos Aires le desagradaba profundamente. «Es el lugar más despreciable que jamás vi. Me colgaría si encontrase un árbol apropiado», escribió y con la jactancia republicana en todo su vigor, decía: «Buenos Aires es un sitio intolerable».

No era para menos: GEORGE CANNING, ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, lo había enviado a América del Sur, el trasero del mundo, después que el rey Jorge IV se quejara de que PONSONBY se había enredado con la amante real, lady ELIZABETH CUNINGHAM.

Pero PONSONBY se lució con su trabajo, ajustado a los intereses de su Estado,  bregando para que el Río de la Plata no fuera controlado por un solo país y que el comercio británico prosperara en la región.

Aprovechó el cansancio de la guerra de argentinos y brasileños por la posesión de la Provincia Oriental y convenció al propietario de importantes saladeros, PEDRO TRÁPANI, uno de los financistas de los rebeldes orientales y a JUAN ANTONIO LAVALLEJA, que lo mejor, era crear un Estado independiente.

«Tengo al lord orientalizado», escribió TRÁPANI a LAVALLEJA. Y el lord escribía a su gobierno algo parecido, confiados ambos en la viabilidad del proyecto de la  » Provincia Oriental», un proyecto que nadie creía.

PONSONBY advirtió que, apenas dejaran de guerrear contra los brasileños, los orientales se volverían contra Buenos Aires. Y también afirmó: «Es a LAVALLEJA a quien deberemos la paz y la independencia uruguaya».

Gran Bretaña no aceptó garantizar la integridad de la «Provincia de Montevideo», como se llamó al territorio en la Convención Preliminar de Paz de 1828. Era demasiado riesgo meterse en tratos con países nuevos y levantiscos. Pero lo hizo de hecho.

Durante la Guerra Grande (1839- 1851), con Londres y París enfrentados a JUAN MANUEL DE ROSAS, escuadras navales británicas y francesas garantizaron la supervivencia de colorados y unitarios en Montevideo, sitiada por MANUEL ORIBE.

Entre 1823 y 1870, ciertos sectores de la elite oriental propusieron a diplomáticos ingleses que tomaran el territorio como un protectorado. Les parecía que esa era la única forma de asegurar la independencia.

En 1865, tras el triunfo de la revolución de VENANCIO FLORES, tropas brasileñas ingresaron a Montevideo el 20 de febrero de ese año, aniversario de la batalla de Ituzaingó, con ánimo de hacer pié y permanecer allí, como lo hicieron luego de la guerra de la triple alianza, cuando se apropiaron de un trozo de Paraguay.

El almirante a cargo de la escuadra británica en el Atlántico Sur, advirtió a Río de Janeiro: «Es necesario que se conserven los límites de Uruguay como estaban», y amenazó con intervenir si «Brasil tenía pretensiones de expansión territorial».

Y en verdad, que PONSONBY odiaba el Plata, pero nadie puede negar que con su gestión, ayudó a crear una nación, la República Oriental del Uruguay (ver La provincia Cisplatina).

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