ELECCIONES «POUR L’ EXPORTATION» (1890)

Trampas y argucias de los políticos para amañar elecciones en el pasado argentino, son comentadas por un ex gobernador y un prestigioso hombre de letras (ver El primer fraude electoral en Buenos Aires)

Pocos meses después de la revolución de 1890 apareció en Buenos Aires una obra firmada con el seudónimo de CARLOS MARTÍNEZ y con pie de imprenta de México.

Su autor era el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires, CARLOS D’ AMICO, y en este libro, «Buenos Aires, sus hombres, su política (1860-1890)», se muestran con claridad y agudeza algunos de los rasgos de la conducción política de la época: componendas, negociados, gobierno de clase ejercido a través de cerrados círculos de amigos que se sucedían en la función pública, desprecio absoluto por el pueblo, parodia de elecciones y demás «lindezas».

Trascribimos a continuación la página que dedica a revelar los pormenores de la trastienda electoral en la República Argentina: «En la República Argentina la elección popular no existe, aunque «pour l’ exportation» se hace el aparato de elecciones populares y se llenan, en apariencias, todos los requisitos legales».

«Lo que vamos a decir se hace en la Capital de la República, se hace en cada una de las provincias, se hace ahora y se ha hecho en todos los tiempos, desde el gobierno de ROSAS sin excepción hasta el actual».

«La inscripción de los ciudadanos en los registros públicos, que es lo que los habilita para votar, se hace poniendo todo empeño en que no se inscriba la inmensa mayoría de aquellos que de antemano no están comprometidos a votar sin condiciones por los candidatos que el gobierno designe».

«Se inscriben sólo aquellos que no es posible impedir que lo hagan, mientras que los comprometidos con el gobierno, los empleados a sueldo, todos los que dependen del mandatario, ésos son inscriptos aunque no vayan a pedirlo. Además, en cada distrito electoral se agrega un número igual de nombres supuestos al de todas los inscriptos».

«Si hay un número considerable de ciudadanos que se ocupan de las elecciones, se les molesta de todas maneras y si a pesar de las persecuciones, no cejan en su postura, entonces se recurre a la gran medida: se les disuelve a balazos, como sucedió en la Boca, y antes en Catamarca, Tucumán, Entre Ríos, etcétera».

«Pero, si a pesar de todo, llega el día de las elecciones, y un partido ha podido permanecer unido, se impide el voto del mayor número posible de sus adeptos y se tolera que un mismo votante gubernativo vote diez o doce veces, bautizándose cada vez con uno de los nombres falsos del registro. Y si usando su derecho, no permite que esto suceda y pretende impedirlo, entonces se le arroja del atrio, si resiste se le manda preso, ¡y si son varios se les dispersa a balazos! .Con este sistema, es casi imposible ganarle una elección al gobierno».

«Alguna vez, sin embargo, ha sucedido por causas muy especiales, el gobierno a pesar de eso no se da por vencido: la Cámara respectiva, que por la Constitución es el juez único de la elección de sus miembros, se encarga de anular la elección, y en la segunda vez, seguro que no se repite el milagro».

«Un señor San Román, de La Rioja, opositor incorregible, ha sido elegido, venciendo al gobierno, tres veces en un espacio de quince años, y las tres ha sido rechazado por la Cámara: y en eso los gobiernos son inflexibles: jamás dejan entrar un diputado que haya triunfado contra ellos, por la moral, por la disciplina, por no alentar otros opositores».

«Como el presidente de la República tiene que valerse de los gobernadores, en las elecciones, ha sucedido que algún gobernador ha pretendido campear por sus respetos, y no obedecer completamente los mandatos del presidente. Entonces el recurso es muy conocido: una revolución, y abajo el gobernador» (ver Fraude en una elección)

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