EL HOSPITAL DE MUJERES (28/12/1782).

Durante mucho tiempo, ante la escasez de hospitales, los obispos estaban a cargo del cuidado y atención médica de todos los pobres, sanos y enfermos, de las viudas, huérfanos y peregrinos, y cuando las iglesias tenían rentas seguras, se destinaba al “domus religiosæ”, la cuarta parte de ellas, pero cuando pasado el tiempo, ese aporte no se pagó en tiempo o se retaceó, los hospitales no subsistían más que con las limosnas que oblaban los fieles

El Primer Hospital General de Hombres, que era como se conocía al Hospital de la Residencia (u Hospital de Belén),  Belén,  se fundó en 1726  y como debido a que por falta de comodidades, no podía darse asilo a mujeres, mucho más tarde, el 28 de diciembre de 1773, se fundó un establecimiento de caridad llamado Colegio de niñas huérfanas”, con algunas escasas comodidades para atender enfermas (ver Primer Hospital General de Hombres).

Este colegio, lo fundó, según se cree, un doctor llamado GONZÁLEZ y estaba ubicado en la manzana donde hoy se encuentra la iglesia de San Miguel.

Las rentas del tal González, eran de alguna consideración, porque poseía una estancia llamada de “Los Remedios”, donde se trasladaban las huérfanas durante la época de las vacaciones. Tenía, además, una propiedad en la Banda Oriental, de grande extensión, con calera y estancia, de la que se extraían semanalmente cantidades de cal, grasa, leña, etc., que se colocaban en la plaza de Buenos Aires, con buenas utilidades (mas tarde, esta estancia fue vendida en 14.000 pesos fuertes a un inglés y la propiedad de la Banda Oriental fue comprada por los Sres. ROGUÍN y MELLER.

La sección donde se prestaba asistencia médica, pomposamente llamada el Hospital,  que tenía comunicación con el Colegio, estaba a cargo de las Hermanas de Caridad, siendo administrada con mucho orden.

enía su reglamento, libros, fondos de cajas, etc. La Comisión encargada para la buena marcha del establecimiento, estaba compuesta por personas de significación y anualmente, el día de la Comunión, se daba una comida a la que asistían las pupilas, alumnas y sus parientes y otras personas, vinculadas con la institución.

En este Colegio había pupilas y alumnas externas, para que aprendiesen a leer y escribir, a pesar de que había muchos padres en aquel tiempo que creían eso peligroso. Había dos maestros de primeras letras, uno llamado MATORRAS, que era ya algo viejo, y otro llamado ÁNGEL, muy limitado en sus conocimientos.

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El establecimiento no sólo servía para Colegio y Hospital, sino también de asilo de corrección, pues allí depositaban las mujeres que reñían con su marido, las niñas que se querían casar contra el gusto de sus padres, las niñas huérfanas sin auxilio, etc.

Allí se fabricaba toda clase de dulces y masas,  con las que proveían a toda la ciudad, porque entonces, no había confiterías en la forma que existen hoy en Buenos Aires,

En materia de confecciones, se hacían bordados de oro y blanco, flores artificiales, se tejían medias y guantes, se lavaban cosas finas, etc., trabajos todos muy bien admirados por su buena ejecución. Los días de la Virgen de los Remedios y de San Miguel, se efectuaban grandes fiestas con oficios de misas cantadas, con organistas, que eran algunas de las mujeres que residían en el colegio.

El  28 de diciembre de 1782, DIEGO SALAS, JOSÉ GONZ´ÑALEZ, MANUEL DE BASAVILBASO, ANTONIO HERRERA, DOMINGO BELGRANO PÉREZ y JUAN LEZICA Y TORREZURI, por medio de una circular, se dirigieron a los vecinos, manifestándoles la necesidad de un Hospital de mujeres, porque el que existía con ese nombre en el Colegio de Niñas Huérfanas, era solo una pequeña sala con trece camas, insuficientes para atender las enfermas que diariamente acudían en busca de auxilio, a muchas de las cuales se despedía”

Siendo inmediata la respuestas positiva de la población, los nombrados hicieron frente con sus bienes personales, la compra algunas propiedades contiguas al establecimiento ya existente y se realizaron las obras de ampliación y las instalaciones que eran necesarias para el cumplimiento de las tareas que deberían asumir.

Cuando finalizaron las mismas, contaban con tres salas principales para la atención de pacientes, una pequeña farmacia y dos oficinas para tareas administrativas.

En 1822, la “Hermanad de Caridad” fue suprimida, quedando el Hospital bajo la protección del Gobierno, quien lo dotó de las comodidades y equipamiento que no tenía, y nombró como Administrador al doctor FRANCISCO SAR. Las ampliaciones realizadas le permitieron contar con una nueva sala de 32 varas de largo, con veinte camas, varios locales más para atención y una Capilla.

En 1826, el Hospital de Mujeres contaba con 88 camas, personal suficiente de médicos, boticarios, servidumbre y emás personal, cuyos emolumentos sumaban en conjunto la suma de ciento tres pesos mensuales, mientras que al capellán se le pagaba con las rentas de una Fundación piadosa que aportó VICENTE DE AZCUÉNAGA.

Llegado el año 1859, el “Hospital de Mujeres” había desarrollado una exitosa tarea en bien de la comunidad de mujeres y en razón del aumento e sus prestaciones y responsabilidades, comenzó a regirse por un Reglamento que fue aprobado por el Gobierno Nacional el 1º de julio de ese año.

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