SAN MARTÍN AGRADECE LA AYUDA DEL PUEBLO DE CUYO (21/10/1816)

El 21 e octubre de 1816, el genera SAN MARTÍN expresa su agradecimiento por la ayuda que le presta el pueblo de Cuyo, para la organización y equipamiento del Ejército de los Andes.

El ahora general SAN MARTÍN eleva al Director Supremo, JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN, un oficio en el que muestra su admiración y agradecimiento hacia los funcionarios y el pueblo de Cuyo, dedicados todos a la solución de los problemas que pudieren afectar el normal desarrollo de los planes que había puesto en marcha para organizar la expedición libertadora de Chile y en tal sentido dice:

«Un justo homenaje al virtuoso patriotismo de los habitantes de esta provincia de Cuyo, me lleva a interrumpir la bien ocupada atención de V. E., presentándole el globo de sus servicios».

«Dos años ha que, paralizado su comercio, ha decrecido en proporción su industria y fondos desde la ocupación de Chile por los peninsulares, pero como si la falta de recursos les diera más valentía y firmeza en apurarlos, ninguno ha omitido, saliendo a cada paso, de la común esfera».

«Admira, en efecto, que un país de mediana población, sin erario público, sin comercio ni grandes capitales, falto de maderas, pieles, lanas, ganados, en mucha parte, y de otras infinitas primeras materias y artículos bien importantes, haya podido elevar de su mismo seno un ejército de tres mil hombres, despojándose hasta de sus esclavos, únicos brazos para la agricultura, ocurrir a sus pagas y subsistencia y a la de más de mil emigrados».

«Fomentar los establecimientos de maestranza, batán, cuarteles y campamentos, laboratorios de salitre y pólvora, parque, salas de armas, erogar más de tres mil caballos, siete mil mulas, innumerables cabezas de ganado vacuno, en fin, para decirlo de una vez, dar cuantos auxilios son imaginables, y que no han venido de esa capital, para la creación, progreso y sostén del ejército de los Andes».

«No haré mérito del continuado servicio de todas sus milicias en destacamentos de cordillera, guarniciones y otras muchas fatigas. Tampoco de la tarea infatigable e indotada de sus artistas en los obrajes del Estado. En una palabra, las fortunas particulares casi son del público: la mayor parte del vecindario sólo piensa en prodigar sus bienes a la común conservación».

«La América es libre, excelentísimo señor, sus rivales temblarán deslumbrados al destello de virtudes tan sólidas. Calcularán por ellas, fácilmente, el poder unido de toda la Nación. Por lo que a mí respecta, me contento con elevar a V. E, sincopadas, aunque genuinamente, las que adornan al pueblo de Cuyo, seguro de que el supremo gobierno del Estado hará de sus habitantes el digno aprecio que de justicia se merecen» (ver El Ejército de los Andes).

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