EL FILETEADO (1880)

El “filete”, término francés-que hace referencia a todo aquello que realza los bordes es quizás un “arte menor”, pero sin duda, una tradición porteña, que se mantuvo con altibajos a través de los años, y que aún perdura de la mano de excelentes cultores que han sabido mostrar, cómo, desde este mundo de color, finas líneas e ingeniosos arabescos, puede lograrse la belleza, la armonía y la emoción que genera la vista de una obras de arte.

Repitamos otros espacios diciendo que el “fileteado es un estilo artístico de pintar y dibujar típicamente porteño, que se caracteriza por el trazado de líneas que se convierten en espirales, colores fuertes, el uso recurrente de la simetría, efectos tridimensionales mediante sombras y perspectivas, y un empleo sobrecargado de la superficie.

Su repertorio decorativo incluye principalmente estilizaciones de hojas, animales, cornucopias,  flores, banderines, y piedras preciosas, muchas veces enmarcando un retrato o una frase ingeniosa, un refrán o un aforismo, generalmente escrito con letras góticas y cursivas”. Al principio eran solamente líneas de distinto color (rojo sobre fondo gris), pero con el tiempo, se fueron agregando los distintos elementos decorativos que dieron forma al fileteado característico de Buenos Aires:

Sus orígenes
“Nació en la ciudad de Buenos Aires, quizás allá por el año 1880 como un sencillo ornamento para embellecer carros de tracción animal que transportaban alimentos. En esos años, Buenos Aires, tenía otro color, otra alegría y otra picardía en sus calles.

En aquel entonces, por sus calles circulaban carros de lecheros, verduleros  y panaderos, tranvías y hasta algunos carretones —muchos de ellos tirados por caballos—, ostentando las más curiosas y simpáticas leyendas. Así comenzó esa costumbre tan porteña de unir el fileteado con frases y leyendas que fueron una multitudinaria expresión del ingenio y la vocación transgresora de los porteños.

Desde las más burdas y banales hasta las más cultas, citando a Borges,  Mujica Láinez y otros paladines de nuestra literatura, ocupaban el frente o la parte trasera de camiones y colectivos, las fachadas de comercios, carteles de publicidad y objetos comerciales y sus autores, a menudo, no eran los fileteadores sino los propietarios de los propios vehículos, comercios u objetos, cuando no un vecino o amigo inspirado.

Los temas de las frases o leyendas ahondaban las más variadas opciones propias del humorismo, la filosofía (barata, pero filosofía al fin), la cultura y hasta de la grosería, como lo muestran algunas de esas sentencias, que aquí trascribimos:

“A fuerza de trabajar el caído se levanta”
“La vida, como los dados, tiene los puntos marcados”
“La vida es como la cebolla, hay que pelarla llorando”
“El hombre es fuego, la mujer estopa, viene el diablo y sopla”
“Qué milonga ni que tango, con esto me gano el mango”
“Hay que endurecerse, pero perder la ternura jamás”
“Donde canta este zorzal… hacen cola las calandrias”
“Feliz de Adán que no tuvo suegra”
“Se doman suegras a domicilio”
”Si su hija sufre y llora, es por este pibe señora”
«No dejes para mañana lo que puedas beber hoy”
«Si el trabajo es salud, que trabajen los enfermos»
«Si querés leche fría, poné la vaca a la sombra»
“A fuerza de vender perros, me pude comprar esta cucha”
“El que envidiando vive desesperado muere”
“En el jardín de mi vida la peor hormiga es mi suegra”
“Hay amores que envejecen pero no maduran”
“Lo mejor que hizo la vieja, este pibe que maneja”
“Quien vive temeroso nunca será libre”
“Si tu estrella no alumbra, no apagues la mía”
“No me tengas envidia, trabajá como yo y tendrás uno como este”

“Mantenga la distancia, aquí viaja un guapo”
“Gracias mamá”
De lunes a domingo, una mina y un buen pingo»

Aquellos precursores, pintaban los laterales de los carros y luego dividían los dos colores con una delgada línea en un tono más intenso o contrastante, el filete.

Con los años, cada artista agregó sus figuras: flores, cintas argentinas, escenas campestres y personajes populares. Quienes lo hacían crearon un estilo que se caracteriza por los colores vivos, las simetrías, la sensación de volumen que ofrecen y la forma estilizada de sus dibujos, lo que con el tiempo se transformó en un arte pictórico propio de esa ciudad, hasta tal punto que pasó a convertirse en el emblema iconográfico que mejor representa a la ciudad.

Más tarde, habiendo desaparecido los carros, ocuparon su lugar los colectivos, prestando sus flancos y culatas para conservan esa gracia indiscutida del filete, aunque, este porteñísimo arte —que según parece es una conjunción de elementos sicilianos, orientales, españoles e ingleses.

También incursionó a partir de entonces en los hogares, donde continúa teniendo una gran aceptación, reflejado en cuadros, portarretratos, la decoración de bares y confiterías, parte de marquesinas de negocios, decorando muebles y otros objetos como guitarras bombos y utilitarios del hogar y tantos otros espacios que ostentando un ingenioso “flileteado”, incrementan su belleza y exclusividad. Hoy, hasta se lo puede ver pintado sobre personas (body painting), y en indumentarias diversas..

Nombres para recordar
Muchos de sus iniciadores formaban parte de las familias de inmigrantes europeos, trayendo consigo algunos elementos artísticos que se combinaron con los nativos, creando un estilo típicamente argentino. SALVADOR VENTURO fue quien introdujo el arte ornamental renacentista en Buenos Aires y su hijo MIGUELITO fue quien luego descubrió el filete porteño y está considerado el «Gardel de los fileteadores». También están VICENTE BRUNETTI y sus dos hijos, CECILIO PASCARELLA, que trajo las letras decorativas de la antigua Francia.

Otros artistas del fileteado que supieron  adornar la ciudad con sus ingeniosas y coloridas creaciones son CARLOS CARBONE, RICARDO GÓMEZ y CARLOS BLANCO, un maestro fileteador que durante un reportaje que se le hiciera en cierta oportunidad, explicaba que “El fileteado es una artesanía como cualquier otra.

Necesita cuidado y prolijidad. En mi caso particular, fue mi medio de vida durante mucho tiempo, inclusive de muchos colegas míos. Pero para ello debí estudiar dibujo y pintura en distintos lugares. por ejemplo, en el famoso centro de Bellas Artes, que funcionaba en el Pasaje Barolo, en la Avenida de Mayo”.

Para él, este arte desciende de una tradición siciliana, hispánica y sajona y el filete se asocia con una filosofía popular, como lo evidencian la originalidad y autenticidad de las leyendas que, adornadas por los filetes, se escriben desde el siglo XIX en diversos tipos de vehículos, elementos ornamentales y objetos de uso cotidiano.

En cuanto a la técnica del fileteado, BLANCO dice: “Se necesita cuidado y paciencia. Los dibujos casi .siempre son simétricos- Primero hay que dibujar, sacar el molde. Es toda una técnica. ¿Anécdotas? Antes se pagaban, o a cambio de un -trabajo se nos invitaba a comer asado.

“Algunos piden sólo volutas y arabescos, y otros que se les escriba y adorne su nombre, o el de la madre, el de la novia- etcétera. Antes, esto era como una moda- Nadie “queria tener un camión sin algunos arabescos que ornamentaran la carrocería. Igualmente ocurrió en la época en que circulaban los carros- El filete fue un vicio v no sólo porteño, sino de todo el país”.

Pero aún hoy vive en Buenos Aires, dedicado como siempre a su arte, don LEÓN UNTROIB, un artista polaco del fileteado cuyos trabajos “son un regalo para los ojos, un estallido de colores, de ternura, de alegrías, donde el estilo rococó se une con lo creativo oriental.

Están junto a la frase sentenciosa estampada en un camión o en un carro, en muebles, en jarrones, en tablas rectangulares de elegantes ambientes y hasta en instrumentos musicales, como esa guitarra que desde que la decoró suena como «mejor estilo y mayor armonía», tal como ocurre con los violines luego de recibir el baño de barniz.

Sus dragones, sus aves, sus rizos, sus banderas, sus sirenas, sus soles y sus flores no son otra cosa que sabias combinaciones de tonos y matices. La clásica sonrisa y el conocido «gacho» gris de su Carlitos Gardel adornó, mucho tiempo, el salón de Pasos Perdidos de la Cámara baja; su famosa obra ¡Flor de salvada!, que rescata un instante de un partido de fútbol entre Rácing e Independiente, más que un óleo parece una fotografía.

Cada obra de UNTROIB —cuadro o filete— es una entrega total, única, original, propia de un artista de jerarquía mundial que desborda dignidad profesional. Así lo habrán interpretado los alemanes, italianos, japoneses y españoles que desfilaron por su humilde casa, cámara en mano, para filmar tanta belleza.

En la década de 1940, el fileteado, sin dejar  los carros,  comenzó a adornar  también camiones y colectivos de transporte público, pero a partir de 1975, debido a una Ordenanza Municipal, sólo podían  llevar dibujos, sin esos textos que los acompañaban.

La proliferación de frases y sentencias muy subidas de tono, que caían en lo chabacano y aún en lo soez, lejos de resultar simpáticas, herían la sensibilidad de los porteños.

En la actualidad, el fileteado ha conquistado otros lugares muy alejados de aquellos carros de antaño y gracias a artistas ya consagrados y a nuevos talentos que surgen dentro del fileteado, este estilo pictórico sigue siendo parte de la identidad de la ciudad, y junto con el tango, un signo de reconocimiento argentino en el mundo. En diciembre de 2015 fue declarado “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”, por el Comité Intergubernamental para la salvaguarda de la UNESCO.

Curiosidades
Los pinceles. El maestro UNTROIB fabrica personalmente sus pinceles, empleado técnicas aprendidas de su padre que allá en Europa cazaba ardillas para confeccionarlos, porque los pelos de su cola de 20 cm. de largo son ideales para eso. Lo mismo que lo del armiño.

Aquí, en la Argentina, cuenta, vive en Villa Ballester ROLANDO CARNEVALE, un hombre que se hacho famoso por los pinceles que fabrica para los fileteadores. Sus pinceles son los mejores del mundo y dice que los fabrica solamente con pelos que saca del vientre y las orejas de bueyes.

El ornato. “Es el adorno vegetal de base espiralada que caracteriza por excelencia al fileteado. Se combina con elementos decorativos que remiten al romanticismo: perlas, flores y hojas, animales, seres fantásticos y personajes populares”.

La Virgen María, Leguisamo, paisajes de la pampa, Carlos Gardel son algunas de las imágenes preferidas.
Pájaros y aves. Son uno de sus elementos característicos. Se les atribuye una simbología vinculada con la Libertad y los hay de todas clases y colores: gorriones, cisnes, pavos reales y aún aves fantásticas.
Adornos florales. Con preponderancia de la campanita, el lirio, la amapola, el trébol de cinco pétalos y la flor del acanto.
Los dragones. Simbolizan la fuerza, por lo que eran elegidos por los camioneros como representantes de vigor y “machismo”.
La Técnica. Se comienza trazando el dibujo que se quiere reproducir. Luego se lo calca utilizando “papel manteca”. Se perfora el papel con un punzón (o una ruedita raviolera”) a todo lo largo de las líneas del dibujo (a esa operación se la llama “el espúlvero).

Se frota con polvo de carbonilla sobre el “espúlvero”, para reproducir el dibujo sobre la superficie a decorar. Se pinta la superfici y con un pincel de 5 cm. de largo, se filetean los contornos. Finalmente viene la operación donde el artista vuelca su mayor inspiración y habilidad: la iluminación. Consiste en la aplicación de toques de luz con un tono más claro de pintura a todos los trazos del fileteado.

Finalmente, podría decirse que el filete identifica al Buenos Aire de antes, ese Buenos Aires con voz de Gardel, ese Buenos Aires melancólico, con carros lecheros y el agente de facción.

Ese Buenos Aires que se transformó en una gran metrópoli, dejando en el camino usos y costumbres que sólo quedan en el recuerdo de algunos, pero que han quedado impresos en las hojas de nuestra Historia, porque como dijera el maestro fileteador RICARDO GÓMEZ “Si Discépolo dijo que el tango es un pensamiento triste que se baila; el filete es un pensamiento alegre que se pinta” (ver Recuerdos, usos y costumbres del pasado).

Material elaborado con datos, información y comentarios contenidos en un reportaje que el periodista ENRIQUE O. SEDRECH le hiciera en 1986 a LEÓN UNTROIB, destacado fileteador radicado en Buenos Aires; en “El fileteado porteño”, una Infografía de Paula Simonetti, publicada en el Diario Clarín; en la colección de la Revista “Todo es Historia” y Los maestros fileteadores de Buenos Aires», de Esther Barugel y Nicolás Rubio, Ed. Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires, 1995.

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