EL COLEGIO NACIONAL BUENOS AIRES (14/03/1863)

Por un Decreto del general BARTOLOMÉ MITRE, el 14 de marzo de 1863, se fundó el Colegio Nacional de Buenos Aires, que sirvió de modelo a los futuros colegios nacionales.

Su primer Rector fue EUSEBIO AGÜERO y Director de estudios AMADEO JACQUES. Pero la historia del famoso establecimiento, en realidad, había comenzado muchos años antes.

En 1654 el Cabildo de Buenos Aires había encomendado a los jesuitas ocuparse de la educación de los jóvenes y recién en 1661 pudieron hacerlo en un edificio apropiado para estos menesteres.

Se instalaron en la manzana, que hoy se conoce como “Manzana de las Luces” en la ciudad de Buenos Aires (Bolívar, Moreno, Perú y Alsina) y allí fundaron el Colegio San Ignacio, logrando excelentes resultados en virtud de un racional programa de estudios y una estricta disciplina impuesta en sus claustros, pero, en 1767, los jesuitas fueron expulsados de América por orden del rey Carlos III  y el Colegio San Ignacio, donde se habían  educado muchos de los personajes más destacados del virreinato del Río de la Plata, quedó abandonado

En 1772, luego de haberse expedido favorablemente el Cabildo Eclesiástico en un informe que, bajo la guía de JUAN BALTAZAR MACIEL, proponía la creación de un convictorio y universidad en Buenos Aires, el Gobernador de Buenos Aires, JUAN JOSÉ DE VÉRTIZ Y SALCEDO, tomando como modelo el Colegio de Montserrat fundado en Córdoba en 1687, fundó el “Real Colegio de San Carlos” y le dio como sede las antigüas instalaciones del “San Ignacio”.

Este nuevo establecimiento fue inaugurado el 10 de febrero de 1772 y a comienzos de 1773, fue designado “cancelario y regente de los reales estudios” al propio padre MAZIEL, que fue quien redactó el reglamento de estudios y dirigió con acierto los destinos del Colegio durante catorce años.

Pasaron algunos años y llegó el virrey VÉRTIZ, hombre famoso por su espíritu progresista, ahora elevado al cargo de virrey del Río de la Plata,  que el 3 de noviembre 1783 dispuso la creación del “Real Convictorio Carolino” o “Real Colegio de San Carlos” “para estudios mayores”, en aquellas mismas aulas abandonadas. .

Para eternizar la memoria de Carlos III, su escudo y sus armas reales, fueron colocados sobre la entrada. Lo puso bajo la protección de San Carlos Boromeo y del Real Patronato que ejercía en nombre del Rey de España y anunció que lo había erigido “para paliar los extravíos de la juventud por falta de reclusión”.

Por falta de cuartos donde alojar a un mayor número de estudiantes, fueron solamente 80 los colegiales que vistieron la “toga” en la víspera de San Carlos, e iniciaron allí sus estudios, ocupando las mismas aulas y asistiendo a las mismas clases, que ocupó y escuchó MANUEL BLGRANO y otros próceres de nuestra Independencia.

Pasaron los años y el “Real Colegio San Carlos” se constituyó en el centro  de la actividad intelectual del virreinato y en la cuna de las ideas libertarias que se propagaron por todos estos territorios de Sudamérica.

Para ingresar al Colegio se requería un mínimo de 10 años, saber leer y escribir, ser hijo legítimo y presentar constancias de fe cristiana. Los alumnos llevaban como uniforme una capa negra, estola roja, bonete de tres picos y sobre el pecho un escudo de plata con las armas del rey.

La disciplina del Colegio era muy estricta y se controlaba la posesión de armas y naipes, la higiene personal y la correspondencia. El sistema didáctico se basaba en la repetición a coro de lo explicado, para fijarlo en la memoria. Por aquellas aulas pasaron casi todos los hombres que hicieron la Revolución de Mayo (ver La educación en Buenos Aires en la época colonial).

En 1807, cuando se produjo la segunda invasión inglesa, el Colegio dejó de funcionar y fue usado como cuartel por el Regimiento de Patricios, destino que conservó hasta 1813. Fecha en que en fue ocupado por el Colegio Seminario, que en 1817 se convirtió en “Colegio de la Unión del Sur” y pocos años después, en 1821 fue utilizado por la Universidad de Buenos Aires y en 1823 por el Colegio de Ciencias Morales.

Fue cerrado en 1830 por razones de economía y cuando en 1836 regresaron los jesuitas, se hicieron cargo nuevamente de estas instalaciones por un breve período.

Finalmente, en 1863, sobre esa base se inauguró oficialmente el Colegio Nacional de Buenos Aires”, que a través de muchas generaciones de alumnos, fue un protagonista insoslayable de la historia argentina.

Hoy el Colegio de San Carlos es el Colegio Nacional Buenos Aires, heredero de aquella rica historia, en la que nacieron a la vida literatos de la talla de MIGUEL CANÉ, uno de sus más célebres alumnos, luego de que escribiera  Juvenilia”, una novela  donde inmortalizó su paso por esa aulas.

Generaciones de argentinos se formaron creciendo al calor del ideario de la “generación del 80”, y las voces de hombres como AMADEO JACQUES, LISANDRO DE LA TRORRE, LEOPOLDO LUGONES y otros muchos de igual talla, aún se escuchan en estos amados claustros, nacidos allá por 1654.

4 Comentarios

  1. Victoria federico

    MI abuelo, calabres habia llegado al Pais, con sus Padres a fines de 1800. Ademas de ser Cartero lustraba botas en la Plaza de Mayo. En el albor del siglo XX. El ex Presidente Bartolome Mitre y en ocasion de cruzar la plaza para ir al Colegio Nacional para ver alguna clase se hizo lustrar las botas y eso lo hizo Aquel jovencito que con el tiempo seria mi abuelo. Cuando termino su tarea le dijo Maestro yo no tengo que Leer LA Divina Comedia traducida porque yo la se en italiano a lo que Mitre respondi… A ver dime tal parte. Aquel niño orgulloso respondio.B.Mitre entonces le dio un peso de propina, que era lo que su padre cobraba por dia en la Pcia de Santa Fe por levantar la cosecha. Luego el joven en 1914 volvio a Italia con toda su familia para alistarse al Ejercito Italiano. Pero esa ya es otra historia.

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    1. Horacio (Publicaciones Autor)

      Victoria Federica: Hermosa Historia que se ve enriquecida por el amor que supo inspirarle a Usted su Abuelo, ya que transcurrido casi un siglo, Usted la recuerda con orgullo, valorando la vida de un hombre que se enalteció trabajando y que no se sirvió de escusas invalidantes, para no cultivar su espíritu también. Honor y gloria a hombres como su abuelo.

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  2. Anónimo

    Gracias por compartir!!!! Hermosa historia.

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    1. Anónimo

      no me interesa

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