CON LA FRESCA

Se decía “marchar con la fresca”, a la costumbre de viajar durante las primeras horas de la mañana o las últimas de la tarde, que es cuando el calor del sol, tiene menor intensidad.

En épocas de gran calor, los viajes a través del campo, casi desiertos y sin árboles, obligaba a los viajeros, tanto a los que marchaban a caballo, como los que lo hacían en carreta, a regular cuidadosamente sus jornadas, no sólo por su comodidad y su salud, sino también para cuidar a los animales de silla y de tiro (ver Voces, usos y costumbres del campo argentino).

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